El partido Socialista y su líder actual, el Sr. Rubalcaba, se han ganado a pulso con respecto al asunto del Sáhara, la repulsa de cualquier persona mínimamente consciente del lamentable papel que están jugando en el viejo conflicto que afecta, por un lado, a un país invasor, violador de los derechos humanos y de las resoluciones de la ONU y, por el otro, a antiguos ciudadanos españoles a los que se traicionó y entregó a manos de un regimen genocida.
De todos los territorios españoles, el Archipiélago Canario es el que más claramente ha sufrido las consecuencias de aquella traición, no solo del tardofranquismo del Acuerdo Tripartito y del abandono del Sáhara bajo las botas de Marruecos y Mauritania, sino del más doloroso aún abandono de los saharauis que confiaron en las promesas de Felipe González y en la defensa que la vieja metrópoli debería hacer para conseguir activamente en la ONU que se lleve a cabo ( como en Timor Este, invadido durante décadas por Indonesia y que acabó alcanzando su libertad mediante referéndum con el apoyo de Portugal y de la vecina Australia) el prometido Referéndum de Autodeterminación, promesa por la cual se llegó al alto el fuego vigente ahora tras 20 años de flagrantes incumplimientos de la parte invasora.
El papel jugado en el Sáhara por Rubalcaba y por la diplomacia española, desde Moratinos a Jiménez pasando por el burócrata en la sombra, Bernardino León, ahora ascendido a representante europeo para el Norte de África, apoyando claramente las tesis marroquíes -incluso permitiendo el aislamiento informativo del territorio, el maltrato a los periodistas españoles, a los eurodiputados españoles y a los activistas canarios- justificarían una campaña contra el PSOE y sus líderes bastante más agresiva de lo que hasta ahora se ha limitado únicamente a levantar la voz y alguna bandera o pancarta en un mitin.
La política europea de favorecer al regimen marroquí (como antes se hacía con el tunecino, el libio o el egipcio) con prebendas tan ilegales como un acuerdo pesquero que le permita esquilmar el banco pesquero canario-sahariano, los fosfatos y hasta el hipotético petróleo si fuera necesario -sabiendo que el informe Corell lo considera contrario a la doctrina de la ONU en lo que respecta a pueblos y territorios ocupados y pendientes de descolonización- ha sido también una constante seguida por el gobierno socialista, agravada mediante concesiones en materia de agricultura que perjudican gravemente al sector comunitario de tomates y cítricos, así como el fomento de inversiones en materia turística que los convierte en un competidor inmediato, sobre todo de Canarias.
Y es que bajo la bonita expresión de "la amistad y cooperación con un país vecino”, país que colabora en tareas de prevención del tráfico de sustancias ilegales ( producidas en el propio Marruecos), en el tráfico de personas (de las cuales la mitad son también marroquíes) y del terrorismo ( no hace falta comentar que la inmensa mayoría de los terroristas que han atentado en España y en Marruecos son también marroquíes) se oculta una verdadera política de ocultos intereses y alambicados equilibrios que han conducido a permitir la continuidad de la ocupación del Sáhara, de la explotación "compartida" de los recursos naturales saharauis por empresas mixtas hispano-marroquíes y por la pertenencia de nuestra diplomacia y nuestros parlamentarios europeos a un verdadero lobby pro-marroquí que se extiende también a la ONU, impidiendo el avance en la exigencia del Referéndum y cualquier control internacional sobre un territorio en que la MINURSO que, en teoría, representa a la comunidad internacional, no puede siquiera informar sobre el estado de los derechos humanos en ese trozo del planeta, condenando a sus habitantes a carecer de una custodia internacional como pueblo invadido y colonizado.
Es lógico que los asistentes al mitin del PSOE del pasado día 28, se molesten con quiénes desenmascaran a sus líderes adorados porque, en general, a esos mítines políticos no va el público común y corriente -salvo excepciones- a informarse o a deleitarse con la oratoria del candidato, sino que la inmensa mayoría son militantes y cargos públicos del partido y sus familiares, preocupados por una inminente y casi inevitable pérdida del poder y de las prebendas que el ejercicio del mismo les ha deparado hasta el presente. Y como ya ocurriera en la anterior campaña en Santa Cruz, el PSOE no difiere del PP y de otros partidos en la intolerancia que muestra con el disidente o simplemente con el que se expresa -aunque sea pacíficamente- contrario a su política.
En este sentido parece que deberían anunciar claramente en los mítines públicos aquello de “se reserva el derecho de admisión”, ya que renuncian claramente al debate con cualquier persona del público y solo admiten aplausos de reafirmación y halagos al candidato.
Recientemente hemos sabido que Marruecos sigue impidiendo a quién le da la gana su acceso al Sáhara; de nuevo Willi Meyer ha sido empujado agresivamente en el territorio español de la escalerilla del avión, en el que este eurodiputado y un candidato canario de IU pretendían realizar una visita y entrevistarse con activistas saharauis en su propia tierra.
Cuando los poderosos cuentan con nuestros políticos como aliados, los que defendemos, hemos defendido y defenderemos por justicia a la parte más débil, en este caso el pueblo saharaui, no podemos hacerlo en condiciones de igualdad, ni pidiendo la palabra que no nos van a conceder, ni aplaudiendo a los que sabemos que están trabajando descaradamente a favor del enemigo, sino que nos vemos obligados a bordear la legalidad, ésa que los poderosos han construido y establecido a la medida de sus intereses, a ser tal vez incorrectos pero al menos sinceros, a arriesgar y recibir mamporros e insultos a cambio de algo de publicidad, porque a los poderosos y sus conjuras lo que más daño les hace es la luz, los taquígrafos, la rotura del muro de silencio que tejen para maniobrar impunemente.
Cada golpe y empujón contra los activistas pacíficos en el mitin fue grabado y se difunde en las redes sociales, golpes y empujones que los socialistas, irrritados y desesperados ante los resultados de sus políticas, se han propinado a sí mismos y que les costarán unos cuantos votos, y es que en un mitin electoral vienes a por votos y puedes salir trasquilado.
De todos los territorios españoles, el Archipiélago Canario es el que más claramente ha sufrido las consecuencias de aquella traición, no solo del tardofranquismo del Acuerdo Tripartito y del abandono del Sáhara bajo las botas de Marruecos y Mauritania, sino del más doloroso aún abandono de los saharauis que confiaron en las promesas de Felipe González y en la defensa que la vieja metrópoli debería hacer para conseguir activamente en la ONU que se lleve a cabo ( como en Timor Este, invadido durante décadas por Indonesia y que acabó alcanzando su libertad mediante referéndum con el apoyo de Portugal y de la vecina Australia) el prometido Referéndum de Autodeterminación, promesa por la cual se llegó al alto el fuego vigente ahora tras 20 años de flagrantes incumplimientos de la parte invasora.
El papel jugado en el Sáhara por Rubalcaba y por la diplomacia española, desde Moratinos a Jiménez pasando por el burócrata en la sombra, Bernardino León, ahora ascendido a representante europeo para el Norte de África, apoyando claramente las tesis marroquíes -incluso permitiendo el aislamiento informativo del territorio, el maltrato a los periodistas españoles, a los eurodiputados españoles y a los activistas canarios- justificarían una campaña contra el PSOE y sus líderes bastante más agresiva de lo que hasta ahora se ha limitado únicamente a levantar la voz y alguna bandera o pancarta en un mitin.
La política europea de favorecer al regimen marroquí (como antes se hacía con el tunecino, el libio o el egipcio) con prebendas tan ilegales como un acuerdo pesquero que le permita esquilmar el banco pesquero canario-sahariano, los fosfatos y hasta el hipotético petróleo si fuera necesario -sabiendo que el informe Corell lo considera contrario a la doctrina de la ONU en lo que respecta a pueblos y territorios ocupados y pendientes de descolonización- ha sido también una constante seguida por el gobierno socialista, agravada mediante concesiones en materia de agricultura que perjudican gravemente al sector comunitario de tomates y cítricos, así como el fomento de inversiones en materia turística que los convierte en un competidor inmediato, sobre todo de Canarias.
Y es que bajo la bonita expresión de "la amistad y cooperación con un país vecino”, país que colabora en tareas de prevención del tráfico de sustancias ilegales ( producidas en el propio Marruecos), en el tráfico de personas (de las cuales la mitad son también marroquíes) y del terrorismo ( no hace falta comentar que la inmensa mayoría de los terroristas que han atentado en España y en Marruecos son también marroquíes) se oculta una verdadera política de ocultos intereses y alambicados equilibrios que han conducido a permitir la continuidad de la ocupación del Sáhara, de la explotación "compartida" de los recursos naturales saharauis por empresas mixtas hispano-marroquíes y por la pertenencia de nuestra diplomacia y nuestros parlamentarios europeos a un verdadero lobby pro-marroquí que se extiende también a la ONU, impidiendo el avance en la exigencia del Referéndum y cualquier control internacional sobre un territorio en que la MINURSO que, en teoría, representa a la comunidad internacional, no puede siquiera informar sobre el estado de los derechos humanos en ese trozo del planeta, condenando a sus habitantes a carecer de una custodia internacional como pueblo invadido y colonizado.
Es lógico que los asistentes al mitin del PSOE del pasado día 28, se molesten con quiénes desenmascaran a sus líderes adorados porque, en general, a esos mítines políticos no va el público común y corriente -salvo excepciones- a informarse o a deleitarse con la oratoria del candidato, sino que la inmensa mayoría son militantes y cargos públicos del partido y sus familiares, preocupados por una inminente y casi inevitable pérdida del poder y de las prebendas que el ejercicio del mismo les ha deparado hasta el presente. Y como ya ocurriera en la anterior campaña en Santa Cruz, el PSOE no difiere del PP y de otros partidos en la intolerancia que muestra con el disidente o simplemente con el que se expresa -aunque sea pacíficamente- contrario a su política.
En este sentido parece que deberían anunciar claramente en los mítines públicos aquello de “se reserva el derecho de admisión”, ya que renuncian claramente al debate con cualquier persona del público y solo admiten aplausos de reafirmación y halagos al candidato.
Recientemente hemos sabido que Marruecos sigue impidiendo a quién le da la gana su acceso al Sáhara; de nuevo Willi Meyer ha sido empujado agresivamente en el territorio español de la escalerilla del avión, en el que este eurodiputado y un candidato canario de IU pretendían realizar una visita y entrevistarse con activistas saharauis en su propia tierra.
Cuando los poderosos cuentan con nuestros políticos como aliados, los que defendemos, hemos defendido y defenderemos por justicia a la parte más débil, en este caso el pueblo saharaui, no podemos hacerlo en condiciones de igualdad, ni pidiendo la palabra que no nos van a conceder, ni aplaudiendo a los que sabemos que están trabajando descaradamente a favor del enemigo, sino que nos vemos obligados a bordear la legalidad, ésa que los poderosos han construido y establecido a la medida de sus intereses, a ser tal vez incorrectos pero al menos sinceros, a arriesgar y recibir mamporros e insultos a cambio de algo de publicidad, porque a los poderosos y sus conjuras lo que más daño les hace es la luz, los taquígrafos, la rotura del muro de silencio que tejen para maniobrar impunemente.
Cada golpe y empujón contra los activistas pacíficos en el mitin fue grabado y se difunde en las redes sociales, golpes y empujones que los socialistas, irrritados y desesperados ante los resultados de sus políticas, se han propinado a sí mismos y que les costarán unos cuantos votos, y es que en un mitin electoral vienes a por votos y puedes salir trasquilado.
Juan García.
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