Ya no son sólo cuestiones socioeconómicas. Los saharauis que protestan en el campamento de jaimas de Gdeim Izik han añadido la cuestión de la autodeterminación del pueblo saharaui a sus reivindicaciones. |
Lo que parece desprenderse de todo esto es que a Marruecos le incomoda y le urge solucionar este campamento protesta y sus más de 20.000 integrantes siguen sin tener, sin embargo, prisa alguna.
Lo cierto es que una de las asociaciones de apoyo a la causa saharaui informó anoche de la llegada masiva de ambulancias al campamento y del despliegue de unos 2.000 policías que habrían despertado el temor de un desmantelamiento forzoso; pero el propio comité ha desmentido esta mañana dicha información, asegurando que está “todo muy tranquilo, sin cambios respecto a días anteriores”. Una buena puntualización, porque esa tranquilidad ya la quiebran desde el inicio los cientos de militares desplegados y el que los saharauis llaman 'segundo muro de la vergüenza', que rodea a las 7.000 jaimas.
Pero después de una reunión ayer en El Aaiún con las autoridades marroquíes, el comité negó haber alcanzado acuerdo alguno, información que aduce Marruecos insistiendo en un desenlace inminente. “No habrá solución mientras persista el bloqueo” recuerdan.
Según el portavoz consultado, a lo que se ha comprometido el ministro del Interior es a reunirse mañana sábado con los nueve integrantes del comité de negociación en el propio campamento, y ellos están simplemente a la espera de comprobar si dicho encuentro se produce. “Pero por lo demás, de aquí no se ha movido nadie ni hay intención de hacerlo”.
La negociación, cabe recordar, gira entorno a reivindicaciones socio económicas que no sólo incluyen el derecho a la vivienda y el empleo, sino el expolio de los recursos naturales cuyos beneficios, denuncian los saharauis, disfruta cualquiera menos ellos. Sin embargo, el miércoles pasado se celebró en el campamento, según el comunicado del propio comité, un mitin en el que participaron ex presos políticos, estudiantes, trabajadores de Fos Boucraa, mutilados por las explosiones de minas y también activistas de derechos humanos, en el que “todos hicieron hincapié en la unión del pueblo saharaui", explica el comunicado, "y mencionaron que desde Goulemine (sur de Marruecos) hasta Laguira (un enclave administrado por Mauritania) todos los pueblos apoyan la autodeterminación del Sáhara".
También se evocó durante la reunión "el derecho a manifestarse contra la ocupación marroquí y a beneficiarse de sus recursos naturales".
El comité recordó que "las reivindicaciones socioeconómicas" formuladas ante Marruecos "no han desembocado en ningún acuerdo". "Aunque sigue dispuesto a dialogar", "se abren ahora las reivindicaciones políticas", dicen, ya que, según explicó uno de los militantes, Asfari Annaama, no pueden impedir a la gente expresar sus deseos, y dentro tienen la libertad para hacerlo. No hay, eso sí, bandera alguna de momento, ya que cualquier manifestación ante los ojos marroquíes podría provocar una respuesta violenta, como bien saben los activistas saharauis.
Todo esto se produce en el marco de una tensa agenda, ya que no sólo están a la espera de esa celebración mañana en Marruecos del aniversario de la Marcha Verde, sino que hoy se celebra el juicio en Casablanca a los 'siete de Sale' y el próximo día 8 están convocados en Nueva York el Frente Polisario y Marruecos para negociar ante la ONU la situación del Sahara Occidental.
Ahmed Bujari, representante del Frente Polisario en Naciones Unidas, ha declarado respecto a ese encuentro que el Frente Polisario acude a la Ronda de negociaciones con la máxima voluntad, pero manteniendo una serie de cuestiones en la línea roja que no puede ser franqueadas, como el hecho de que el pueblo saharaui no renunciará a su legítimo derecho a la independencia, una cuestión que no se verá afectada por los vaivenes de la historia, ni por las circunstancias internacionales, pase el tiempo que pase.
Entre tanto, la vida en el interior de Gdeim Izik sigue de forma precaria y a la espera de ese material para la construcción de un baño al que los militares han impedido la entrada en varias ocasiones.
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