lunes, 30 de julio de 2012

Del desierto al mar de las Islas

Tenerife acoge este verano a 155 niños saharauis que se alojan con familias
IRENE DURÁN Sáhara occidental, una zona en conflicto que continúa sin solución. De allí provienen la mayoría de niños y niñas que el proyecto Vacaciones en Paz trae al Archipiélago. Esta iniciativa de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui ayuda a niños que viven en los campamentos de refugiados en las proximidades de Tinduf (Argelia), una de las zonas más inhóspitas del desierto del Sáhara. La idea surgió hace más de 25 años del Partido Comunista en el Parlamento y llegó a las Islas hace más de dos décadas.
Los niños disfrutarán durante dos meses de unas vacaciones en las que pueden aprovechar para aprender español, segundo idioma oficial de la República Árabe Saharaui Democrática. Otra de las motivaciones de esta iniciativa es que los niños salgan por un tiempo de las duras condiciones en las que viven, con temperaturas que alcanzan los 50 grados centígrados. Además, durante su estancia, se les realizan revisiones médicas y análisis nutricionales.
Por otra parte, la convivencia con la familia de acogida y su entorno permite que los canarios sean conscientes de las condiciones que sufre el pueblo saharaui. En Tenerife son muchas las familias que llevan más de 10 años alojando a estos pequeños. Esto crea un vínculo afectivo entre ellos y los padres que los acogen.
Los niños que llegan tienen entre siete y 12, y son varias las familias que, verano tras verano, reciben en su casa al mismo chico o chica o a alguno de sus parientes. De hecho, este es precisamente uno de los objetivos del programa, que los padres adoptivos hagan sentir como un hijo más al menor que tienen en su casa.
Ana y Antonio, padres de dos hijos –Nadia, de siete, años y Noa, de cuatro meses– son un matrimonio tinerfeño que lleva cuatro veranos acogiendo a Fada; una chica de 10 años, alta, morena, con una mirada profunda y una sonrisa siempre en la cara. Ana comenta: "Conocí este proyecto a través de una amiga que, a su vez, ya había acogido a otro chico". "Mi amiga, como sabía que me gustaban los críos, me contó de que trataba esta iniciativa", relata. Al poco tiempo, ella y su marido se animaron y contactaron con la asociación para realizar todos los trámites. "Al verano siguiente ya teníamos a Fada en casa", recuerda. "La adaptación fue muy buena porque ella es una chica de buenos sentimientos y muy voluntariosa", añade.
Antonio sonríe cuando cuenta que el primer verano tuvieron que ponerle a Fada "una barandilla en la cama porque se caía de ella". "Ellos están acostumbrados a dormir en el campo de refugiados en el suelo y con lo que pueden", explica. Su mujer agrega que cuando llegó el primer día, "al recogerla al aeropuerto de camino a casa, se sorprendió mucho al ver el mar. Se quedó con la boca abierta, y ahora no puede estar sin ir a la playa".
Más de 6.000 niños saharauis llegaron a España este verano. "En Tenerife, 153 familias acogieron a 155 niños", comenta Alberto Negrín, vicepresidente de la Asociación Canaria de Amigos para el Pueblo Saharaui, que también acoge a un niño, Mohamed, de 11 años. Según él, "aquí en la Isla la gente está muy volcada con la causa, sobre todo por el tema humanitario. La relación que se da entre la familia de acogida y los críos es tan estrecha que cada vez más personas sienten la necesidad de volcarse con el pueblo saharaui".
Para Alberto Negrín, este proyecto es algo muy satisfactorio, tanto profesional como personalmente. Según Alberto, "Vacaciones en Paz es una iniciativa que pretende dar a esos niños los derechos que le pertenecen a cualquier ser humano y que en el Sáhara no tienen". María asegura que, para ellos, "acoger a estos niños es una experiencia muy gratificante porque hacen que nos demos cuenta de lo mucho que tenemos y de lo poco que lo valoramos".

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